La primavera estaba por empezar. Faltaba menos
de un mes. Era el veintipico de agosto y los últimos fríos se hacían sentir
cada vez menos. La primera visita, prevista para unos días antes, no se había podido concretar por un paro de estatales
reclamando por lo que siempre reclamamos quienes nos reconocemos como
trabajadores: estabilidad, mejoras en las condiciones laborales y salario
digno. La idea era conocer el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECUNHI), que
está ubicado en el predio de la ex ESMA en Núñez. La visita también tenía otra
finalidad: entrevistar a Fernando Rosen, hijo de Susana Pugliese, una ex
estudiante del Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández, asesinada por la última
dictadura cívico-eclesiástica-militar. Casi una veintena de estudiantes que
integraban la Comisión de la Memoria y un puñado de profes, nos acercamos a la
parada del 130 para verlo pasar cinco veces abarrotado de pasajeros y
convencernos de la mejor alternativa era caminar un poco más y tomar el tren.
Apremiados por el horario, llegamos casi sobre el pucho. Costó encontrar la
entrada al predio, atravesando un puente que se movía al compás frenético de
vehículos que circulaban sin ton ni son por la avenida. Costó, pero llegamos.
Fernando esperaba en la puerta, sentado. Cuando nos vio, nos saludó y enseguida
nos invitó a pasar. Transitamos todo el espacio: Walsh, Oesterheld, el
Eternauta, las Madres y las Abuelas, les hijes y lxs nietxs y los pañuelos
sobrevolaron todo el recorrido. Luego, sentados en ronda mágica, escuchamos y
sentimos cada palabra de la historia de Fernando y su mamá. Nos envolvió cierta
esperanza de que esas ideas de lucha, de amor, libertad y solidaridad fueron
más que el terror y germinaban con más fuerza que nunca en esa primavera que
empezaba a brotar en Buenos Aires.