Ahí estaba Pablo, con sus ojos aguados, amorosos, en encuentro, recordando.
Amor se hallaba en sus ojos al decir el nombre de Claudia, como si una plegaria fuese, se veía el dolor al memorizar y la grieta en sus cejas al expresar la decepción.Pero fue el suspiro colectivo, las lágrimas grupales en cuadrados pixelados, lo que alivió el dolor sometido después de escuchar la tan memorable frase: "La noche de los lápices es una historia de amor."
La charla con Pablo fue interrumpida por variables incontrolables. Sin embargo jamás podrían opacar la calidez de su voz, la fluidez de sus palabras, el amor de sus ojos.
No hay fuerza en este mundo capaz de mantener en silencio el ruido de sus rimas dedicadas al amor. A Claudia. A sus compañerxs.
La charla con Pablo fue lágrimas, flores de la primavera, fue recuerdo, poesía y amor puro.
Fue memoria.